Para prevenir a la obesidad no solo importa que y cuanto comemos si no cuando lo hacemos.
Desde hace tiempo quedo establecido que las cenas deben ser ligeras y los desayunos fuertes , esto ya es avalado científicamente en la cronobiología y de dos ramas íntimamente ligadas a ella: la cronodieta y la crononutrición.
Para poder entender estas ramas de la ciencia es importante primero establecer que todos nosotros tenemos un reloj interno que marca el ritmo de nuestra vida.
La cronobiología es la disciplina encargada de estudiar estos ritmos biológicos, así como sus aplicaciones en medicina y biología.
Hoy en dia se ha avanzado en comprender nuestros ritmos diarios y su efecto a los alimentos y los nutrientes que ingerimos.
La crononutrición estudía cómo los valores plasmáticos de los nutrientes y su utilización cambian en nuestro organismo a lo largo del día y de la noche
la cronodieta Trata de comprender a qué hora es conveniente comer ciertos alimentos para estar más sano.
Lo que comemos está íntimamente relacionado con la secreción de insulina, hormona que, entre otras cosas, le dice a las células si deben guardar o no determinada cantidad de energía.
Esta se trastoca cuando se come entre horas, no se desayuna o se cena copiosamente porque hubo un salto en una de las comidas.
Por lo cual lleva a alterar el ciclo celular del adipocito, haciéndole almacenar grasa y azúcares cuando debería eliminarlos, y a la inversa. Este es el principio de la obesidad.
Mediante un estudio se demostró que nuestra grasa corporal posee un horario, así como todos sus genes y hormonas. Por tanto, es muy importante a qué hora comes, pues si lo haces en un lapso de tiempo en el que la grasa no tiene la enzima necesaria para que lo acumule o lo movilice cuando lo necesites, nos podemos encontrar con el problema de la grasa abdominal, que no se localiza en el tejido adiposo y que es muy dañina.
Por tanto, nuestros horarios de comida deben estar sincronizados con los del cerebro y con todos los órganos de la digestión.
Y es que cada órgano tiene genes reloj que, bajo las órdenes del reloj central, regulan la producción de las hormonas y sustancias que son la base del metabolismo, así como el hambre y la saciedad.
Por la noche se produce leptina, que es una hormona que quita el hambre y deja dormir. Si comemos de noche rompemos el ciclo biológico y tendemos a ganar peso.
Este se quiere aplicar como procedimiento terapéutico para regular las horas de comida y buscar horarios adecuados para la ingesta de cada tipo de alimento.
Claves para sincronizarte
- Ayuda al organismo si es de día o de noche. Es conveniente eliminar los fluorescentes de las cocinas y poner en su lugar lámparas de luz amarilla, para que el cuerpo reconozca que no es de día.
- Hay que evitar comer entre comidas y tener unos horarios claros de comida para que el organismo pueda saber qué hora es.
- Se establece un mínimo de tres comidas al día. Pueden ser hasta cinco diarias, pero teniendo en cuenta que habrá que ir reduciendo el número de calorías en cada una de ellas.
- Evitar comer en la noche ya que nuestro cuerpo no está preparado para ello, lo percibe como si fuera de día y desincroniza todos nuestros relojes. Hay que cenar poco, y pronto, dejando transcurrir un tiempo entre la cena y la hora de ir a dormir.
- Comer despacio. Se sabe que las mujeres obesas tienden a comer en la mitad de tiempo que las delgadas. Esa velocidad es nociva para nuestra cronobiología y para los sistemas de saciedad del organismo, y se asocia con aumento de grelina, disminución de leptina y peor sueño.