Cuando decidimos comenzar una dieta muchas veces pensamos que lo complicado es contar las calorías sin embargo existen algunas alternativas más sencillas y atractivas, que tiene en cuenta la alimentación colorida: cuanto más colores consumimos al día, más certeza tendremos de que estamos haciendo una buena elección.
Según diversos estudios y especialista los pigmentos que dan color a las frutas y vegetales ayudan a mantener la salud del organismo.
Las personas que consumen frutas y verduras con una amplia variedad de colores, tienen menos probabilidades de sufrir enfermedades cardíacas, cáncer, diabetes, osteoporosis y deterioro neurológico causado por la edad.
Las plantas producen todo lo que necesitan para crecer, defenderse, protegerse y curarse a sí mismas. Por ende, si los humanos las consumen, incorporar estas sustancias “sanadoras” a su organismo.
Los pigmentos de color verde, rojo, naranja, amarillo y púrpura permiten que las plantas produzcan su propia comida. También las protegen del daño del sol y las agresiones del medio ambiente como microbios, insectos y otros predadores para que puedan seguir viviendo y desarrollándose.
Estos pigmentos también se pueden incorporar al organismo en forma de pastillas o suplementos. Sin embargo, no tienen el mismo efecto en el organismo que cuando se consume el alimento natural. Y en altas dosis, pueden ser perjudiciales.
Consumir píldoras en lugar de plantas es más caro, menos efectivo y hasta peligroso. Algunos compuestos vegetales se activan y potencian entre sí, por eso uno nunca se puede exceder comiendo vegetales, además de ser lo mejor y lo más barato.
Para preservar la salud y tener un peso saludable, hay que consumir 5 porciones diarias de frutas y verduras, respetando el código de colores, o sea, eligiendo una de cada color. Los colores básicos son: blanco, verde, naranja o amarillo, rojo y violeta. Cada color agrupa alimentos con nutrientes especificos que aseguran una buena nutricion.
Y a lo largo de la semana hay que variar el color de las frutas y verduras que se consumen. Y es mejor comerlas crudas, aunque también se pueden consumir cocidas, y si son congeladas, elegir las de buena calidad, para asegurarse de que tengan un tratamiento adecuado que les permita conservar sus nutrientes.
Se sugiere comer al menos 1 taza y media de frutas y 2 tazas de verduras al día, y una taza de verduras cortadas equivale a dos tazas de verduras de hoja crudas
El color verde de la espinaca, lechuga, acelga y zapallitos, entre otros se lo da la clorofila. Esta ayuda a neutralizar la acción negativa de los radicales libres, previene enfermedades y mantener fuerte el organismo. Inhibe el crecimiento de células cancerosas, es un gran depurador de toxinas y aporta energía y vigor.
El color amarillo, naranja y rojo le dan color a las zanahorias, batatas, naranjas, tomates y albaricoques y contienen licopenos, cuyo poder antioxidante protege al cuerpo de los radicales libres. Ayudan a prevenir ciertos tipos de cáncer y enfermedades coronarias, y enfermedades de la vista.
El color rojo de alimentos entre ellos, las remolachas son una buena fuente de betalaínas, que tienen un gran poder antioxidante que previene el envejecimiento celular y ayuda a prevenir úlceras y enfermedades hepáticas.
Azules, morados y violetas Las frutas y verduras de estos colores, como las moras, arándanos y cebollas moradas contienen antoniacinas, consideradas la fuente de la juventud, ya que retrasan el envejecimiento celular. Previenen los daños cognitivos y las enfermedades neurogenerativas, mejoran la visión nocturna y promueven la curación de heridas.
Los vegetales blancos también aportan beneficios. Por ello el consumo de endivias, espárragos, ajos y puerros ayudan a bajar el colesterol “malo” y la presión arterial. Aumentan las defensas del organismo y mejoran la resistencia a agentes externos que producen enfermedades. También ayudan a mantener los huesos fuertes.
Para los que no son muy amantes de las verduras, se las puede preparar con una pizza con queso bajo en grasa: brócoli, espinaca, ají, tomate y champiñones quedan muy bien sobre la masa crocante. Otra opción son los vegetales asados, en brochotes o en wraps.
Las frutas secas también son una buena opción, tomando el recaudo de no elegir las azucaradas. También se pueden consumir frutas y verduras enlatadas o congeladas, buscando las de buena calidad, para asegurarse de que en el proceso de enfriado se hayan conservado sus nutrientes.