Con el paso del tiempo la piel de nuestro rostro sufre los estragos de agentes externos lo cual se ve reflejado en la firmeza, resequedad, líneas de expresión.
Afortunadamente hoy existen varios tratamientos que logran devolver un aspecto radiante, se pueden hacer en forma ambulatoria y permiten evitar las invasivas cirugías estéticas.
Se usa en el rostro pero también se puede extender al cuello, piernas o el dorso de las manos. Permite mejorar daños causados por el sol, cicatrices, acné, manchas de la edad o de afecciones hepáticas, pecas, piel rugosa y arrugas estáticas o de expresión. Consiste en la aplicación de diferentes químicos que desgastan la piel y provocan un aceleramiento celular, la regeneran y estimulan una mayor producción de colágeno.
Es un peeling o exfoliación suave e indolora en las capas externas de la piel. Favorece la regeneración celular incrementando la producción de colágeno, atenúa manchas, cicatrices, secuelas de acne, pigmentación irregular o estrías. También disminuye líneas de expresión, poros dilatados, piel deshidratada o engrosada. Se hace con abrasivos como lijas, microcristales de aluminio o puntas de diamante de diferente grosor, según el tipo de tratamiento.
Consiste en la aplicación de un haz de luz concentrado que evapora el tejido de la capa externa de la piel (epidermis) y luego aplica calor sobre la dermis. Este activa la producción de colágeno y elastina y promueve la regeneración de vasos sanguíneos. No quema la piel y los pacientes pueden seguir desarrollando su vida normal, en ocasiones con un enrojecimiento que se puede disimular con maquillaje.