Siempre que empezamos una relación lo hacemos con muchísima ilusión y expectativas de que funcione. Sin embargo, con el paso del tiempo un día nos damos cuenta de que estamos envueltas en una relación violenta y lo peor de todo es que se fue dando de una manera tan natural que ni siquiera lo habíamos notado.
Una relación debe ser una etapa de pasarla bien con tu pareja de irse descubriendo mutuamente y aprender las cosas que están bien, las cosas en las cuales están dispuestos a tolerarse y crecer emocionalmente junto a esa otra persona.
Muy a pesar esto no siempre sucede así, muchas veces “por amor” soportamos muchas cosas, sufrimos la relación, poco a poco nos vamos transformando en una persona diferente y no sabemos el porqué, y la respuesta muchas veces esta en las acciones de nuestra pareja hacia nosotros y no siempre es violencia física si no también la violencia psicológica la que nos hace más daño.
Algunas de las señales que nos pueden permitirnos darnos cuenta si nos encontramos en medio de una relación violente es primero darnos cuenta, hacer un análisis de si las acciones de esa persona a la que amamos nos duele, nos lastima y muchas veces nos incomoda, claro que es normal que en nuestra relación tengamos problemas, porque ninguna relación es perfecta, pero ya se comienza a considerar violenta cuando esta incomodidad es muy recurrente.
Existen muchos tipos de agresores y sus técnicas son muy variadas, así como el agresor que toda su vida vio eso en su casa y piensa “que es normal” ese trato ya que por ignorancia se sigue practicando, al fin y al cabo es un trastorno que debe ser tratado. Por eso hoy te presento algunos de estos tipos de agresores para que tú trates de calificar con cual se puede identificar esa persona con la que te encuentras
El agresor explosivo es aquella en la que su tolerancia es mínima y por eso cada vez que hay un desacuerdo estalla, alza la voz, por lo general usa palabras fuertes, hirientes y en ocasiones usara la fuerza física.
El agresor sobreprotector tiene la firma convicción de que te está haciendo un bien y te hace creer que lo está haciendo cuando lo que realmente está haciendo es privarte de tu libertad de poder decidir lo que está bien o lo que está mal en tu vida y tus decisiones.
El agresor pasivo es aquel que te hará sentir que tu eres la culpable de los problemas que tienen, sus chantajes harán que te sientas mal y que tus acciones lastiman la relación este es uno de los más peligrosos ya que nunca te dejara ser tu y expresar tus frustraciones y siempre buscaras la forma de tenerlo contento por lo que poco a poco dejaras de hacer las cosas que a ti te gustan y realizaras solo lo que a él le agradan
El agresor aislado es que nunca se quedara contigo a resolver un problema siempre te ignorara así tu autoestima disminuirá ya que sentirás que no eres significante para resolver un problema con el
Una vez que has identificado si tu pareja es algún tipo de agresor, lo que sigue es decidir preguntarte por qué estás en esa relación y si quieres seguir con ella. Si decides ya no seguir con esta persona, al hacerlo tienes que perdonar de corazón y quitarte esa carga tienes que liberarte de ese peso y el perdón es la mejor herramienta
Si tu decisión es seguir con la relación debes tener muy bien establecido cual es el abuso que estas sufriendo y saber cuáles son las medidas que tanto tu como tu pareja están tomando al respecto para mejorar la situación. Lo más aconsejable es que tomen terapia al mismo tiempo, esto depende de lo accesible que este tu pareja a tomar ayuda y solo el podrá marcar la pauta para continuar juntos. La terapia ira en conjunto y solo el especialista indicara el momento de hacerlo en pareja para solucionar sus diferencias y marcar sus límites como pareja.
Definitivamente con amor muchas personas pueden cambiar para bien por medio de la voluntad y dándose cuenta de dónde están parados en su presente, y a dónde quieren dirigir su futuro.
Algo que debe quedar claro es que si se quiere salir de una relación violenta, alguna de las dos personas debe ceder al cambio. Es decir, romper la mecánica de la relación con la que se está a gusto.