Una alergia se desarrolla cuando el sistema inmunológico reconoce a determinadas sustancias alérgenos como peligrosas, a pesar de que no lo son, y experimenta diversos síntomas que dependen del tipo de alérgeno picor de ojos y congestión nasal para la alergia al polen, problemas digestivos para la alergia a los alimentos o reacciones cutáneas para las alergias a los medicamentos.
Cada una de estas patologías requiere un tratamiento concreto, por lo que es imprescindible conocer el origen de la alergia.
La inmunoterapia puede inducir tolerancia al alérgeno, aunque siempre se debe consultar con el médico especialista
Hoy en dia los factores externos como la contaminación han contribuidor al aumento de algunos alérgenos y cada vez más el organismo humano está rodeado de nuevas sustancias químicas que considera como enemigas.
La alergia no se cura, pero hay un tratamiento que puede inducir tolerancia al alérgeno: la inmunoterapia, vacunas que se administran durante un período de tres a cinco años.
El remedio más adecuado consiste en conocer qué tipo de alergia se sufre y cómo prevenirla. Por este motivo, ante la sospecha de alergia, siempre se recomienda consultar con el médico especialista.
En la primavera el polen es el que mas manifestaciones tiene de alergia comenzará en abril y se cree que a finales de junio los niveles de polen serán más tolerables. Sólo una primavera lluviosa o un calor atípico ayudarían a disminuirlos. Por todo ello, el tratamiento se comienza 15 días antes del inicio de la primavera.
El primer paso para tratar la alergia al polen es detectarla, ya que es sencillo confundirla con un resfriado. La alergia puede prolongarse varias semanas o meses mientras que el resfriado apenas dura siete días o menos y la fiebre es más común que en el caso de tener alergia.
Es aconsejable utilizar aire acondicionado, ya que la mayoría de los aparatos incorporan filtros que dejan fuera los pólenes.
La alergia alimentaria es una reacción anómala a un alimento, los síntomas aparecen inmediatamente después de consumir el alimento. Los más comunes son reacciones cutáneas dermatitis y edema de piel y mucosas, digestivas dolor abdominal, náuseas, diarreas y, menos frecuente, hinchazón de lengua o labios.
En adultos, los frutos secos sobre todo, el cacahuete, las frutas, el pescado y el marisco son los responsables de gran parte de estas alergias. No hay medicamentos ni vacuna, así que hay que acudir al médico para identificar el alimento culpable y excluirlo de la dieta.
Los acaros que viven en el polvo causan otro tipo de alergia, cuyos síntomas más comunes son problemas respiratorios y picor de ojos y nariz.
Sus hábitats favoritos son colchones, almohadas, alfombras, mantas, sofás, juguetes de peluche, etc. Así que es preferible que colchones y almohadas sean de goma espuma látex o de material acrílico. Estos microscópicos arácnidos necesitan una temperatura de 25 ºC y una humedad óptima entre el 70% y el 80% para reproducirse.
Para eliminarlos es necesario limpiar la casa de forma frecuente, con aspiradora y un paño húmedo, protegidos con una mascarilla; es mejor realizarla por la mañana y con las ventanas abiertas, para que la corriente se lleve los ácaros. El resto del día, de la misma manera que sucede con el polen, la ventanas deben permanecer cerradas y, en verano, el aire acondicionado con filtros de aire es una buena opción.
Los gatos son los “culpables” más habituales de estas reacciones alérgicas, por la inhalación de productos derivados de su piel, pelo, orina o saliva. Los síntomas son picor de ojos, congestión nasal y problemas respiratorios. El mejor consejo es evitar el contacto con el animal pero, a veces, basta limpiar bien su hábitat y la casa, e impedirle entrar en el dormitorio o la sala de estar. Otros animales que también se asocian a alergia son perros, caballos, hámsters, cobayas y conejos.
Una de las menos frecuentes es la reacción a las picaduras de insectos, sin embargo, sus síntomas pueden revestir gravedad.
Son las picaduras de abejas, avispas, hormigas, arañas, mosquitos, garrapatas, pulgas y chinches las mayores culpables de estas reacciones. Las abejas y las avispas son los responsables de los síntomas más graves, como pérdida de conciencia y dificultades graves para respirar.